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Pensamiento Vedántico

En el pensamiento indio, en general, se entiende que el Yo superior, el espíritu o consciencia individual, o atman, no debe identificarse con el complejo cuerpo-mente; de ahí le vienen al individuo todas las desgracias y aflicciones.

El alma individual es idéntica a la universal, pero identificada con los objetos del mundo padece los males que a éste le son naturales, el dolor, el deterioro, el nacimiento y la muerte.

En el momento en que el Yo percibe su naturaleza espiritual, y comprende que su mente y su cuerpo no son él, que son parte de la naturaleza, como todo lo demás, aunque mucho más cercanos, que en sí mismo es inmortal y no puede perecer ni sufrir, alcanza la Liberación. Un espacio al que no tienen acceso las aflicciones de la vida.

¿Por qué padece el ser humano sus desdichas? Por culpa de Maya, que nos condiciona por medio de las gunas –inteligencia, acción y forma_, que a nivel individual se traduce en ignorancia. Pero, ¿ignorancia de qué? Ignorancia de no saber diferenciar entre lo Real y lo aparente, entre lo eterno y lo perecedero. Que en la vida se traduce en no saber discriminar entre lo bueno y lo malo, entre la virtud y el vicio, entre lo que ayuda y perjudica a la evolución; y sobre todo en confundir lo bueno por lo apetecible, o la responsabilidad con la desidia.

El efecto de Maya es hacer que la consciencia universal se fraccione y surja por los egos individuales como autoconsciencia -o como instinto en los animales y como leyes físico-químicas en la materia. Autoconsciencia indica dualidad, por eso los seres humanos conocemos dentro del contexto de sujetos y objetos, es decir, dentro de la dualidad que sólo proporciona un conocimiento parcial de la realidad, el que son capaces de proporcionar nuestros sentidos y la mente, que sólo cubren una parcela mínima de lo que en realidad existe.

El tema general de la filosofía india es cómo se produce esta ilusión, cómo del espíritu Uno, de donde todo nace, donde todo se sustenta y en donde todo se resume, incondicionado y eterno, surge el mundo de la multiplicidad.

La mente humana percibe a Brahman de una triple manera, como consciencia-existencia-bienaventuranza, aunque éstas no son categorías de Brahman, sino de la mente que no puede ir más allá.

Mientras estemos atados a una personalidad habitamos en la dualidad, y sólo percibiremos a Brahman como Ishvara, o dios personal, creador y sustentador.

Lo que pretende el sabio es transcender esa dualidad y alcanzar al Brahman eterno donde no hay partes, ni sujetos, ni objetos. Dicen las Upanishad: “ quien ve la multiplicidad vaga, por así decirlo, de muerte en muerte y de nacimiento en nacimiento”, y también, “ quien rinde culto a la divinidad y piensa que es algo diferente a ella no ha entendido nada”.

Algo que define muy bien el carácter absolutista de algunas Upanishad.

La realidad absoluta, o Brahman, es tanto cumbre jerárquica de los estados de ser como el fundamento de todo lo manifiesto.

El principio condicionante es Maya, el poder de ocultamiento del Absoluto, o con otras palabras, el Tiempo o Shakti. Brahman es ajeno al proceso del mundo, aunque sea su sustento, y tampoco le afectan sus aflicciones, como no mancilla al sol la suciedad que alumbra. Brahman y su poder, Shakti o Maya, son inseparables, como el calor del fuego.

El mundo, el alma individual y el dios personal son un correlato y, como tal, inseparables. Si desaparece uno desaparece el otro.

"El legado de la India, Fernando Díez"

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